El futuro de Venezuela ante el atrincheramiento de Maduro
Más de una semana después de las elecciones en Venezuela, el laberinto político parece más enquistado que nunca. Luego de no avalar con la publicación de las actas los resultados del Consejo Nacional Electoral que dan por vencedor a Nicolás Maduro, el Gobierno venezolano ha optado por la estrategia del ataque como mejor defensa, aplicando una dura represión.
Mientras, la oposición liderada por la dupla María Corina Machado-Edmundo González Urrutia da respuesta a la indignación y la decepción de los millones de votantes que los apoyaron con firmeza y cautela, a pesar del llamado que hicieron a la fuerza militar para que se ponga "de parte del pueblo".
¿Fue este pedido un gesto prudente? "Es delicado intentar negociar públicamente con las fuerzas armadas, porque la cúpula militar ha demostrado de forma pública, en este momento, su apoyo inquebrantable a la presidencia de Maduro”, dice a Deutsche Welle Carolina Jiménez Sandoval, directora de la Oficina en Washington para Asuntos Latinoamericanos (WOLA) y experta en Venezuela.
Fuerzas armadas: represión y apoyo público a Maduro
Sin embargo, a Jiménez le parece importante el llamado a cesar la represión, que en estos momentos es llevada a cabo por las fuerzas armadas, la policía y los "colectivos” (grupos parapoliciales que trabajan con aquiescencia del Estado). "Es claro que, para el presidente Maduro, es muy necesario el apoyo de las fuerzas armadas para poder mantenerse en el poder, dado el gran rechazo popular que genera su presidencia”, prosigue la experta venezolana.
Por otro lado, "es importante el grado de cohesión de las fuerzas armadas en torno a la estrategia del atrincheramiento” de Maduro, dice Miguel Ángel Martínez Meucci, doctor en Conflicto Político y Procesos de Pacificación. Señala que hay indicios de que podría ser solo fachada la imagen pública de cohesión ofrecida hasta ahora por el aparato militar. Para el experto venezolano, la represión de Maduro y sus declaraciones contra WhatsApp, buscan impedir que la ciudadanía se manifieste públicamente y generar terror en la gente, incluso a utilizar su propio teléfono.